lunes, 23 de enero de 2012

Sesión 2

La cita es cada domingo, el lugar es una casa en una concurrida colonia de la ciudad. Llego al ahora indicada ella se encuentra fumando sus cigarrillos mentolados mientras bebe su café orgánico de grano, pero ella no es la que se encargara de hurgar mi mente aunque me agrada bastante por que denota ser una mujer tranquila, centrada y alegre con una gran sentimiento altruista.

Pasa exactamente 1 hora el llega en su sedan de modelo de hace 10 años, con su café andatti en la mano y sus lente oscuros, le veo y e internamente sonrío, si tuviera cola la movería intensamente d Eladio a lado como cuando un perro ve llegar a su dueño. Se baja hablamos nos damos una retro alimentación de temas variados, me siento a gusto , tranquilo deseo que la conversación entre los 3 jamás termine, aunque hay algo en mi mente que debe trabajarse.

Entramos al consultorio –“Bien, ¿Que vamos a trabajar hoy charlie?”— pregunta con un tono alegre

A lo que respondo: —“Humildad y paciencia”— con entusiasmo en las palabras.

Saca su cuaderno me hace una preguntas sobre cuales el problema en realidad y como sentiría un cambio, respondió todo con la máxima sinceridad que puedo poseer . me pide que me recueste en el diván cierre los ojos y me ponga cómodo por que llego la hora de trabajar en ello.

Me recuesto, cierro los ojos y me pongo lo más cómodo posible, y comienzo poco a poco a ser guiado por sus palabras que resonan en lo más profundo de mis hemisferios cerebrales uy junto con ello entro en un trace profundo:

Veo frente a mí una cuesta de rocosa que me intimida con su presencia, algo dentro de mi me incita a subirla y explorarla, pero no sé, siento recelo, duda e incertidumbres. Es una cuesta de piedra que sobre su lomo tiene un pasto verde y brillante, esplendor de vida sin limitación alguna, (esa es la simbología de mi problema), respiro profundo en cada respiración entra lo bueno y saco lo que no me sirve, lo cual no es malo pero ya no es necesario para mi espíritu.

Me sumerjo mas en mi mente y subo peldaño a peldaño esa cuesta rocosa situada en un acantilado frente al mar, al subirla el panorama cambia drásticamente y frente a mi solo logro ver un eclipse solar cuyo brillo es purpúrea y el contorno es negro intenso. Al verlo no siento alguna angustia, me siento tranquilo y alzo mis manos ansiando poder tocarlo, el eclipse esta en mi mente, no se mueve pero si fluye.

Poco a poco salgo del trance y abro los ojos y es ahí cuando mi guía dice:

—“La cuesta es la simbología de cómo ves los problemas y los retos que se te presentan, la subiste la dominaste, conquistaste tus propios miedo e inseguridades y viste el eclipse al final de ella. El eclipse simboliza que lograste eclipsar tus problemas y ahora ya no te son un riesgo.

Me reincorporo me siento mas tranquilo, mas ligero, sonrío y comienzo a ver las cosas desde una perspectiva jamás imaginada. ƒ

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