Después
de un día ajetreado como usualmente suelo tenerlos, llegue a casa de dar clase
y me dispuse a dormir, para recuperar un poco la energía necesaria para evitar
dormirme en clase el sábado y así fue como me acosté esperando dormir de manera satisfactoria 4
horas antes de ir al trabajo.
De
pronto me desperté, el cuarto estaba a oscuras pero podía ver con cierta
claridad y nitidez. Me sentía extraño, sentía que no estaba solo más bien lo
sabía de manera instintiva, no lo estaba; alguien estaba ahí haciéndome compañía,
montando guardia o simplemente observándome inerte en la cama mientras dormía.
Me sentía
ligero, como si acabara de tener un
orgasmo o como si acabara de fumarme un porro, mire hacia mis piernas y note no
tenía rodillas, eso hizo que me sobre saltara un poco y volteé hacia atrás para
darme cuenta que mi cuerpo yacía ahí, como un caparazón vacio esperando ser
utilizado.
Mire hacia
el espejo que yace frente a la cama y en su reflejo pude ver que había las
caras de 2 personas pero solamente podía verles del pecho hacia arriba, se
miraban tristonas, eran un hombre y una mujer de piel morena aceituna; tenían la vista fija hacia el suelo como si
estuvieran angustiadas.
Volteé
hacia la ventana y en su lugar estaba una mujer alta usando un vestido de novia
color blanco. No podía ver su cara ya que traía un velo que lo impedía pero sentía
su mirada, se fue acercando a mí y conforme lo hacia su vestido cambiada de color entre negro y banco
como si fuera un efecto de iluminación.
Al irse
acercando tuve miedo y baje la mirada mientras cerraba los ojos, pero me dije a
mi mismo:
“Porque le tengo miedo, no debo tenerle miedo”
entonces levante la cabeza mientras abría los ojos y extendió sus brazos hacia mí con clara intensiones de tocar mi rostro.
“Porque le tengo miedo, no debo tenerle miedo”
entonces levante la cabeza mientras abría los ojos y extendió sus brazos hacia mí con clara intensiones de tocar mi rostro.
Cuando
de repente se desvaneció y en su lugar apareció una mancha mediana color rosa
oscuro, que se movía por el lugar, hasta detenerse a la altura del abanico de
techo y convertirse en una cara de diseño simplista que abría su boca; todo ese
tiempo perdí el miedo y me sentí asombrado, privilegiado de poder observar e
interactuar con semejantes seres.
Extendí
mis brazos con la intención de tocar ese rostro simplista que yacía a la altura
de mi cara; cuando un portazo me despertó
y se trataba de mi cuñada argumentando:
“Carlos ya son las 10, ¿no vas a ir a trabajar?”
Solo me limite a decir desde el fondo de mi alma:
“¡Puta madre!”
“Carlos ya son las 10, ¿no vas a ir a trabajar?”
Solo me limite a decir desde el fondo de mi alma:
“¡Puta madre!”
Y así
fue como toda una proyección astral se fue al carajo…ƒ