La tenía en mis brazos llenos de sangre; de su sangre que
escurría de su gran herida abierta en la parte de la cadera la cual no estaba
junto con el componente de extremidades correspondientes los cuales habían sido
desmembrados sin explicación aparente y dejaban ver sus intestinos de un vivo
color rosa.
Ella era tan hermosa como para merecerla: unos enormes ojos negros
que a pesar de carecer de retina me hacían
saber hacia donde miraba, unos senos voluptuosos llenos de sensualidad y
erotismo que me invitaban al pecado, una tez Toscana que me hacia desearla con
fuerzas bestiales.
Mientras sostenía su frágil
y seccionado cuerpo en mis brazos ensangrentados; la miraba fijamente a
esos ojos espectrales mientras el deseo aumentaba y la atracción crecía. Ella
me hablaba pero lo curioso de su lenguaje no era el idioma en si; sino que
hablaba al revés y se escuchaba como
cuando se pone una cinta invertida.
La escena era dantesca rayando en la necrofilia, pero el sentimiento
de pertenencia era genuino…ƒ
No hay comentarios:
Publicar un comentario